16 julio 2009

Viva.

This is the story about a housewife during the sexual revolution. The time is 1972, the place Los Angeles and the people... ordinary.


Con esas palabras comienza y se resume completo Viva (2007), primer largometraje de Anna Biller. Directora, productora, editora, escenógrafa, actriz, feminista y californiana, Biller filmó en 2006 una película que se ve, se siente y se escucha como un grindhouse film de inicios de los 70. Toda una experiencia.

Basada en decorados y situaciones extraídos de la Playboy de la época (a la que todo esposo americano estaba suscrito), Viva es un homenaje a los filmes sexploitation y una sátira de la revolución sexual y al mismo tiempo una de las películas más personales de los últimos tiempos. Un ama de casa aburrida de que su marido nunca esté con ella es el pretexto perfecto para construir una película de atmósferas enrarecidas por vestuarios llamativos (y de época), parafernalia vintage, decorados kitsch detallados al máximo y un soundtrack asesino.



Style over substance
? Sí. Totalmente. Viva es una película en la que el estilo lo es todo. Pero, eso es lo que la hace tener sustancia. No es contradicción. Ya hablaba Dick Hebdige de las implicaciones subversivas del estilo... Cada set es un mundo, cada prenda un manifiesto, cada color chillante grita montones de cosas, todas interesantes. Anna Biller es una nerd total, una esnop, una coleccionista que ha pasado la mitad de su vida recolectando vintage, acumulando objetos, escuchando discos viejos y viendo películas pre-1970 (su canal favorito es, claro, TCM.)


Biller es tan enferma del cine que menciona Suburban Roulette de Hershell Gordon Lewis y Camille 2000 de Radley Metzger como influencias inmediatas, pero Viva es verdaderamente una película para fanáticos del cine. El cine más trash, ya lo dice Fangoria, la publicación freak por excelencia. Ahí están los caprichos sexploitation de mostrar piel a la menor provocación, la voluptuosidad de Russ Meyer, los personajes irritantes de John Waters, el humor jarioso de Terry Southern, el ingenio/absurdo de Roger Corman, la picardía de Mario Bava (en sus sexy-comedias como Cuatro veces aquella noche), la girl-gone-bad de (entre otras) Emmanuelle Arsan, el morbo voyeurista del cine mondo, la pretensión de art-house film europeo, la idealización del sunshine cinema californiano... Pero también un poco del cine pre-Código de los años 30, de Mae West, de cine musical.


Cine puro, puro cine. No, no es Boogie Nights, pero casi. Anna Biller ha logrado, en un filme, crearse un universo Anna Biller. Y es un buen lugar. A ver qué sigue con esta chica, que la ha hecho en el circuito de los festivales y que ha encontrado distribución para su DVD con Anchor Bay, aprovechando que el grindhouse está de moda.


2 comentarios:

Gokusan dijo...

vientos... ¿dónde la consigo?

1966 dijo...

Te pasamos una copia.