-¡Formidable, "ye-yé"!
La música, el ritmo loco que imprimía el negro Georges a la batería.
-¡Bestial, Gilbert, bestial!
La música, el ritmo loco que imprimía el negro Georges a la batería.
-¡Bestial, Gilbert, bestial!
Más música, ininterrumpida, enloquecedora, casi como una maldición imposible de alejar del pensamiento.
Llevaba clavados en el cerebro los gritos aquellos, la música, el aporreo del piano, alaridos de trompetas y el contrapunto, grave, rítmico, cadencioso, del contrabajo.
Llevaba clavados en el cerebro los gritos aquellos, la música, el aporreo del piano, alaridos de trompetas y el contrapunto, grave, rítmico, cadencioso, del contrabajo.
Los dientes del negro Georges le parecía verlos brillar en la oscuridad, obsesivamente blancos, como un sorprendente teclado de un minúsculo piano.
También llevaba clavado en el cerebro el estruendo de las ovaciones y el de centenares de pies machacando el suelo.
A veces le acompañaba en sus canciones un coro inarmónico, delirante.
Recordaba su último éxito, el "twist" Muchacho a la medida. ¿Cuántas veces había tenido que repetirlo aquella noche?
"Mucho antes de que te conociera
Ya te había yo soñado..."
Chicos y chicas siguiendo el compás con retorcimiento de cuerpos y flexiones de piernas, chicos y chicas cantando:
"Muchacho eres tú
A la medida exacta para mí
Muchacho eres tú
A la medida exacta para mí..."
También llevaba clavado en el cerebro el estruendo de las ovaciones y el de centenares de pies machacando el suelo.
A veces le acompañaba en sus canciones un coro inarmónico, delirante.
Recordaba su último éxito, el "twist" Muchacho a la medida. ¿Cuántas veces había tenido que repetirlo aquella noche?
"Mucho antes de que te conociera
Ya te había yo soñado..."
Chicos y chicas siguiendo el compás con retorcimiento de cuerpos y flexiones de piernas, chicos y chicas cantando:
"Muchacho eres tú
A la medida exacta para mí
Muchacho eres tú
A la medida exacta para mí..."
Se llevó las manos a la cabeza y se apretó las sienes con los dedos.
¡Maldita música! ¿Por qué había de seguir persiguiéndole incluso ahora que quería estar completamente solo y olvidado de todo?
Era un ídolo de a juventud, de los "ye-yés". No tenía mas que arrimarse al micrófono y empezar a cantar para que el ambiente pareciera cargarse de electricidad.
¡Ídolo de los "ye-yés"!
Unos le envidiaban y otos le odiaban. Muchos hubiesen querido ser ídolos de aquella juventud dispuesta casi a divinizar a quienes no hacían otra cosa de halagarles sus gustos.
Sonrió amargamente y se subió el cuello del abrigo.
Fragmento de "Ídolo de los Ye-Yés" de Alain Conty. Editorial Tesoro. Madrid. 1965. De la serie "Teddy Boys."
Contraportada: "Teddy Boys es una colección distinta a todas: Y de rabiosa actualidad: dramática, sentimental. Ambiente moderno, realista, dinámico, emotivo. Temas nuevos, de hoy, al que dan vida los autores más prestigiosos y valientes de la nueva ola. Novelas de la juventud para la juventud. Esta es sin duda su colección".
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